5.3.2 – Laura y Julio (2006)

En Laura y Julio hay un triángulo entre tres personajes: Laura y Julio, que están casados, y su vecino, Manuel, que desde el principio de la novela se encuentra en coma por un accidente. El piso de Laura y de Julio es exactamente especular al piso de Manuel, como si un piso se reflejara en el otro, y para subrayar la metáfora en la pared que les conecta hay un espejo.
Manuel es – o era – un escritor que afirmaba no haber escrito nunca un libro. Julio es constructor de escenarios, experto en representar espacios físicos capaces de representar espacios mentales, y descrito como un “arquitecto del falso”, que falsifica la realidad reconstruyéndola. A diferencia del padre de Manuel, que “se viste desde el interior (ideas) hacia el exterior (vísceras, músculos, piel y ropa)”, Julio empieza por la ropa – o sea su chaqueta y su moto – intentando crearse un carácter original.
Laura trabaja como masajista, y está embarazada.
Julio lleva a su mujer al ginecólogo, y mientras espera en la sala de espera encuentra un libro en la estantería que lo atrae pero cuando intenta cogerlo descubre que es falso. Se fija después en una graciosa chimenea, que le interesa siendo él contructor de escenarios, pero cuando se acerca descubre que también ésta es sólo ornamental – o sea falsa.
Sale su mujer y le comunica que no está embarazada – “un embarazo falso” concluye Julio.
Muere Manuel, el vecino, y el padre de Manuel le da las llaves del piso a Julio. Éste entra en el piso del vecino, donde descubre otro lado de su existencia. En el ordenador de Manuel lee el correo electrónico, donde hay los mensajes de Laura, su mujer. Algunos mensajes no han sido todavía abiertos, porque Laura había seguido escribiendo a Manuel aún cuando él estaba en coma. Julio leyendo el correo descubre que su mujer le traicionaba con su vecino, y que ya le conocía antes de casarse. Laura está realmente embarazada, pero de Manuel – ésta es la razón de la mentira. Julio lee después su descripción por parte de Laura, que dice que está loco y que le da miedo; Manuel por lo que escribe en el correo le consideraba “manco de amor”, un hombre demasiado atado al dinero y a las convenciones.
Descubrimos a través del correo electrónico las teorías de Manuel, que dice que en un mundo falso, que carece de sentido, la relación adúltera entre él y Laura es una de las pocas cosas reales, y que el adulterio abre puertas que dan a lugares peligrosos desde los cuales se puede organizar una sublevación de lo establecido. Todo el bien que nos llega, dice Manuel, proviene de una gestión adecuada del mal.
Se le revela así a Julio el orden en el caos, se descubre la ficción sobre la cual está montado el mundo. Como dice Millás, hablando de esta novela:

Dudamos porque no nos fiamos. Todo está lleno de falsos golpes de vista. La duda es creativa y necesaria. Entre un hijo legítimo y uno bastardo hay que fiarse más del bastardo, porque siempre cuestionará la realidad. Desde la seguridad se escriben cosas políticamente correctas. Yo escribo para saber, para aclararme. Se empieza a escribir por la misma razón que se empieza a leer, para comprender. Como le ocurre a Julio en la novela, él quiere pasar al otro lado del espejo y convertirse en Manuel, porque cree que es mejor, para entender el mundo1

Si el mundo en que está ambientado Laura y Julio es un mundo ficticio, irreal, al mismo tiempo ambos personajes contribuyen a esta falsificación: Julio recrea ambientaciones, y Laura miente a Julio sobre su embarazo, además de tener una relación secreta con su vecino. Como la mujer del protagonista de Tonto, muerto bastardo e invisible, Laura parece haberse adecuado a la sociedad, interiorizando sus falsedades y su superficialidad. El hombre, como en Tonto, muerto, bastardo e invisible, es en vez un loco que descubre los mecanismos de la sociedad. En una entrevista Millás habla de esta manía de falsificarnos a nosotros mismos, diciendo que es una obsesión que empezó allá por los años ochenta, que es una obsesión “digna de un país de nuevos ricos” que hace vivir a sus habitantes vidas imaginarias, fantásticas2. Encontramos en Laura y Julio un personaje bastante significativo, Amanda, que, a pesar de pertenecer a la clase media, Julio descubre que es una prostituta. De ahí el comentario sarcástico “la clase media se ha dado a la prostitución, como el tatuaje ha pasado de la cárcel a la clase media”.
Un poco como ya había hecho Elena, personaje de La soledad era esto, Julio empieza su metamórfosis viéndose desde otros puntos de vista y visitando lo que Millás llama “el otro lado de la realidad”, que en esta novela está simbolizado por el piso del vecino. Julio deja su ropa, procurándose así aquel hueco que, como afirma Millás, tiene un poder creador, y empieza a vestire con la ropa de Manuel, jugando con su personalidad. Abandona su moto, que antes constituía para él una prótesis, dejando que ésta se oxide, y que la gente en la calle empiece a robar sus partes.
Si analizamos este comportamiento de Julio desde una perspectiva sociológica, vemos que McLuhan, hablando de prótesis, habla de la cultura moderna como una cultura narcisista y narcótica:

Il senso di questo mito [il mito di Narciso] è che gli esseri umani sono soggetti all’immediato fascino di ogni estensione di sé, riprodotta in un materiale diverso da quello stesso di cui sono fatti. Qualche cinico è giunto a sostenere che l’uomo tende ad innamorarsi soprattutto di quelle donne che gli restituiscono la sua immagine [...] Fisiologicamente sono molte le ragioni per le quali un’estensione di noi stessi determina in noi uno stato di torpore. Studiosi di medicina come Hans Selye e Adolphe Jonas sostengono che tutte queste estensioni, sia in salute sia in malattia, non sono che tentativi di conservare l’equilibrio3

Julio entonces rompe el equilibrio “artificial” que se había creado con su prótesis, y empieza a tomar un papel activo. Y cuando el proceso termina, su ropa le parece la ropa de un fallecido.
Laura sigue escribiendo a Manuel, como si él estuviera aún vivo, y Julio leyendo el correo electrónico descubre que Laura, oyendo ruidos en el piso cercano, piensa que esté allí el fantasma de Manuel. De ahí la solución que encuentra Julio: escribe a través del correo electrónico de Manuel a Laura, diciéndole que quiere que ella siga viviendo con su marido y fingiendo que el hijo sea el hijo de él. Así hace Laura, y Julio vuelve a ponerse su ropa, pero sabemos que ahora lo que hace es impersonar su papel conscientemente.
Vemos que Julio no ha combatido con la realidad falseada, sino la ha descubierto y ha aprendido a moverse en ella. Como escribe Sherry Turkle, hablando de la vida artificial, «We begin to see the use of this language and the resulting definitions as absolute or “natural”, but in fact, they are our constructions. Recognizing that we constructed them makes it possible to “deconstruct” them, to take away any pretense they have to being the “natural” way of seeing things»4.
Julio desconstruye la realidad, y después la reconstruye. Es una forma de pactar, como escribe Millás en un articuento del 2002 – tres años antes de la publicación de Laura y Julio:

No hay una historia de España: hay varias, del mismo modo que en cada uno de nosotros no hay una biografía, sino siete u ocho. Otra cosa es que sólo mostremos una, para no asustar a los seres queridos. Tampoco hay una historia de la literatura: hay mil. [...] Por eso es tan difícil sacar adelante un plan de humanidades y ponerse de acuerdo en lo que somos o dejamos de ser [...] Es justo en el momento de aceptar que no tenemos el mismo padre ni la misma historia ni las mismas ideas; en el momento de admitir que uno mismo es a la vez el vecino de enfrente, cuando surge con fuerza la impresión de que algo había en aquel padre que era común a todos los hermanos y en aquel país que era común a todos sus habitantes. Quiere decirse que conviene pactar, o intentarlo al menos, porque por alguna razón absurda sigue valiendo la pena comer juntos una vez al año, aunque sea en un chino5



1http://www.elpais.com/articulo/cultura/busqueda/sencillez/compleja/complejidad/sencilla/elpepicul/20061017elpepicul_1/Tes
2http://www.elpais.com/articulo/cultura/busqueda/sencillez/compleja/complejidad/sencilla/elpepicul/20061017elpepicul_1/Tes
3 McLuhan, Gli Strumenti del Comunicare, (1964), Milano, Il Saggiatore, 1967, IV edizione, 1974, p. 61
4 S. Turkle, Life on screen, 1995, Simon & Schuster, Rockefeller Center, New York, p. 156, 157
5 Juan José Millás, “Pactar”, http://www.clubcultura.com/clubliteratura/clubescritores/millas/articuento057.htm