En Laura
y Julio
hay un triángulo entre tres personajes: Laura y Julio, que están
casados, y su vecino, Manuel, que desde el principio de la novela se
encuentra en coma por un accidente. El piso de Laura y de Julio es
exactamente especular al piso de Manuel, como si un piso se reflejara
en el otro, y para subrayar la metáfora en la pared que les conecta
hay un espejo.
Manuel es – o era – un
escritor que afirmaba no haber escrito nunca un libro. Julio es
constructor de escenarios, experto en representar espacios físicos
capaces de representar espacios mentales, y descrito como un
“arquitecto del falso”, que falsifica la realidad
reconstruyéndola. A diferencia del padre de Manuel, que “se viste
desde el interior (ideas) hacia el exterior (vísceras, músculos,
piel y ropa)”, Julio empieza por la ropa – o sea su chaqueta y su
moto – intentando crearse un carácter original.
Laura trabaja como masajista, y
está embarazada.
Julio lleva a su mujer al
ginecólogo, y mientras espera en la sala de espera encuentra un
libro en la estantería que lo atrae pero cuando intenta cogerlo
descubre que es falso. Se fija después en una graciosa chimenea, que
le interesa siendo él contructor de escenarios, pero cuando se
acerca descubre que también ésta es sólo ornamental – o sea
falsa.
Sale su mujer y le comunica que
no está embarazada – “un embarazo falso” concluye Julio.
Muere Manuel, el vecino, y el
padre de Manuel le da las llaves del piso a Julio. Éste entra en el
piso del vecino, donde descubre otro lado de su existencia. En el
ordenador de Manuel lee el correo electrónico, donde hay los
mensajes de Laura, su mujer. Algunos mensajes no han sido todavía
abiertos, porque Laura había seguido escribiendo a Manuel aún
cuando él estaba en coma. Julio leyendo el correo descubre que su
mujer le traicionaba con su vecino, y que ya le conocía antes de
casarse. Laura está realmente embarazada, pero de Manuel – ésta
es la razón de la mentira. Julio lee después su descripción por
parte de Laura, que dice que está loco y que le da miedo; Manuel por
lo que escribe en el correo le consideraba “manco de amor”, un
hombre demasiado atado al dinero y a las convenciones.
Descubrimos a través del correo
electrónico las teorías de Manuel, que dice que en un mundo falso,
que carece de sentido, la relación adúltera entre él y Laura es
una de las pocas cosas reales, y que el adulterio abre puertas que
dan a lugares peligrosos desde los cuales se puede organizar una
sublevación de lo establecido. Todo el bien que nos llega, dice
Manuel, proviene de una gestión adecuada del mal.
Se le revela así a Julio el
orden en el caos, se descubre la ficción sobre la cual está montado
el mundo. Como dice Millás, hablando de esta novela:
Dudamos
porque no nos fiamos. Todo está lleno de falsos golpes de vista. La
duda es creativa y necesaria. Entre un hijo legítimo y uno bastardo
hay que fiarse más del bastardo, porque siempre cuestionará la
realidad. Desde la seguridad se escriben cosas políticamente
correctas. Yo escribo para saber, para aclararme. Se empieza a
escribir por la misma razón que se empieza a leer, para comprender.
Como le ocurre a Julio en la novela, él quiere pasar al otro lado
del espejo y convertirse en Manuel, porque cree que es mejor, para
entender el mundo1
Si el mundo en
que está ambientado Laura
y Julio
es un mundo ficticio, irreal, al mismo tiempo ambos personajes
contribuyen a esta falsificación: Julio recrea ambientaciones, y
Laura miente a Julio sobre su embarazo, además de tener una relación
secreta con su vecino. Como la mujer del protagonista de Tonto,
muerto bastardo e invisible,
Laura parece haberse adecuado a la sociedad, interiorizando sus
falsedades y su superficialidad. El hombre, como en Tonto,
muerto, bastardo e invisible,
es en vez un loco que descubre los mecanismos de la sociedad. En una
entrevista Millás habla de esta manía de falsificarnos a nosotros
mismos, diciendo que es una obsesión que empezó allá por los años
ochenta, que es una obsesión “digna de un país de nuevos ricos”
que hace vivir a sus habitantes vidas imaginarias, fantásticas2.
Encontramos en Laura
y Julio
un personaje bastante significativo, Amanda, que, a pesar de
pertenecer a la clase media, Julio descubre que es una prostituta. De
ahí el comentario sarcástico “la clase media se ha dado a la
prostitución, como el tatuaje ha pasado de la cárcel a la clase
media”.
Un poco como
ya había hecho Elena, personaje de La
soledad era esto,
Julio empieza su metamórfosis viéndose desde otros puntos de vista
y visitando lo que Millás llama “el otro lado de la realidad”,
que en esta novela está simbolizado por el piso del vecino. Julio
deja su ropa, procurándose así aquel hueco que, como afirma Millás,
tiene un poder creador, y empieza a vestire con la ropa de Manuel,
jugando con su personalidad. Abandona su moto, que antes constituía
para él una prótesis, dejando que ésta se oxide, y que la gente en
la calle empiece a robar sus partes.
Si analizamos este comportamiento
de Julio desde una perspectiva sociológica, vemos que McLuhan,
hablando de prótesis, habla de la cultura moderna como una cultura
narcisista y narcótica:
Il
senso di questo mito [il mito di Narciso] è che gli esseri umani
sono soggetti all’immediato fascino di ogni estensione di sé,
riprodotta in un materiale diverso da quello stesso di cui sono
fatti. Qualche cinico è giunto a sostenere che l’uomo tende ad
innamorarsi soprattutto di quelle donne che gli restituiscono la sua
immagine [...] Fisiologicamente sono molte le ragioni per le quali
un’estensione di noi stessi determina in noi uno stato di torpore.
Studiosi di medicina come Hans Selye e Adolphe Jonas sostengono che
tutte queste estensioni, sia in salute sia in malattia, non sono che
tentativi di conservare l’equilibrio3
Julio entonces rompe el
equilibrio “artificial” que se había creado con su prótesis, y
empieza a tomar un papel activo. Y cuando el proceso termina, su ropa
le parece la ropa de un fallecido.
Laura sigue escribiendo a Manuel,
como si él estuviera aún vivo, y Julio leyendo el correo
electrónico descubre que Laura, oyendo ruidos en el piso cercano,
piensa que esté allí el fantasma de Manuel. De ahí la solución
que encuentra Julio: escribe a través del correo electrónico de
Manuel a Laura, diciéndole que quiere que ella siga viviendo con su
marido y fingiendo que el hijo sea el hijo de él. Así hace Laura, y
Julio vuelve a ponerse su ropa, pero sabemos que ahora lo que hace es
impersonar su papel conscientemente.
Vemos que
Julio no ha combatido con la realidad falseada, sino la ha
descubierto y ha aprendido a moverse en ella. Como
escribe Sherry Turkle, hablando de la vida artificial, «We begin to
see the use of this language and the resulting definitions as
absolute or “natural”, but in fact, they are our constructions.
Recognizing that we constructed them makes it possible to
“deconstruct” them, to take away any pretense they have to being
the “natural” way of seeing things»4.
Julio desconstruye la realidad, y
después la reconstruye. Es una forma de pactar, como escribe Millás
en un articuento del 2002 – tres años antes de la publicación de
Laura y Julio:
No
hay una historia de España: hay varias, del mismo modo que en cada
uno de nosotros no hay una biografía, sino siete u ocho. Otra cosa
es que sólo mostremos una, para no asustar a los seres queridos.
Tampoco hay una historia de la literatura: hay mil. [...] Por eso es
tan difícil sacar adelante un plan de humanidades y ponerse de
acuerdo en lo que somos o dejamos de ser [...] Es justo en el momento
de aceptar que no tenemos el mismo padre ni la misma historia ni las
mismas ideas; en el momento de admitir que uno mismo es a la vez el
vecino de enfrente, cuando surge con fuerza la impresión de que algo
había en aquel padre que era común a todos los hermanos y en aquel
país que era común a todos sus habitantes. Quiere decirse que
conviene pactar, o intentarlo al menos, porque por alguna razón
absurda sigue valiendo la pena comer juntos una vez al año, aunque
sea en un chino5
1http://www.elpais.com/articulo/cultura/busqueda/sencillez/compleja/complejidad/sencilla/elpepicul/20061017elpepicul_1/Tes
2http://www.elpais.com/articulo/cultura/busqueda/sencillez/compleja/complejidad/sencilla/elpepicul/20061017elpepicul_1/Tes
3
McLuhan, Gli
Strumenti del Comunicare,
(1964), Milano, Il Saggiatore, 1967, IV edizione, 1974, p. 61
4
S.
Turkle, Life
on screen,
1995, Simon & Schuster, Rockefeller Center, New York, p. 156,
157
5
Juan
José Millás, “Pactar”,
http://www.clubcultura.com/clubliteratura/clubescritores/millas/articuento057.htm