1.1 – El Posmodernismo

Empezaremos hablando del período posmoderno con una reflexión sobre el mismo nombre. Como dice Robert C. Spires en su obra Post-Totalitarian Spanish Fiction, aún si esquivamos todas las etiquetas que se refieren al “post” (posmodernismo, post-estructuralismo, post-culturalismo, postcolonialismo, posmarxismo y post-capitalismo), y nos limitamos a estudiar los eventos políticos internacionales que se refieren a la fragmentación, la descentralización y la subversión de la autoridad, no logramos entender estos términos sino en relación con lo que los precedió: unidad política, centralización y autoritarismo1.
El problema que plantea Spires es tan complicado como verdadero. El mismo hecho de llamar a un período “posmoderno” es decir “que llega después del moderno”. La palabra “después”, referida a “moderno”, puede tener valoración positiva, indicar algo “mejor que el moderno”, pero no dice nada de lo que caracteriza a este período: si “posmoderno” cierra el período “moderno” ¿qué abre?
Brian McHale, en su ensayo What Was Postmodernism?, plantea la misma cuestión, intentando una descripción bastante blanda de esta época histórica:

From the very outset, postmodernism was self-conscious about its identity as a period, conscious of its own historicity, because it conceived of itself as historical, coming after something, namely modernism - a historicity encoded in the very term “postmodernism”. Postmodernism periodized itself [...] Modernism is driven by the imperative to innovate, and every innovation is rendered obsolete by the next one, so that modernism is constantly distancing itself from its own most recent manifestation, which then slides into the past. […] If postmodernism is modernism's successor, made necessary by the very logic of modernism, then how does it differentiate itself from its predecessor?2

Según Todorov, el posmodernismo no sería nada más que una tendencia del modernismo, que exacerba algunas de las tendencias modernas. Todorov habla entonces de ultramodernismo:

Lo que ponen por delante relatividad de los valores, dispersión y descentralización del sujeto, límites de la razón, fragmentación del mundo, desmoronamiento de las verdades dogmáticas y de los “grandes relatos” – corresponde más bien a lo que Leo Strauss designaba como una nueva “moda” de la modernidad [...]3

Lo en que todos concuerdan es que el posmodernismo parece caracterizarse por una cadena de innovaciones, que parecen seguir unas a otras hasta el infinito, hasta tal punto que Raymond Federman, en su obra Aunt Rachel's Fur (2001), mientras intenta nombrar esta época ironiza:

How about The New Novelty [...] or maybe The Postnovelty, or better yet The New Post-future, somebody suggested Avant-Pop, I find that too familiar, you see the difficulty, if we must name that beast looming in front of us4

Aún no se da, o no se puede dar, una definición: New Novelty, Postnovelty, The New Post-future, Avant-Pop no son definiciones, sino contraposiciones, un ponerse más allá de algo, sin definir qué hay más allá. Esto puede parecer – y en parte lo es – un contrasentido: ¿cómo puede existir una época que no quiere definirse?
Aquí vamos a proponer dos respuestas. En primer lugar, los movimientos surgen a menudo en contraposición a otros movimientos, o en respuesta a una carencia de la sociedad. Un ejemplo es el Romanticismo que surgió de una reacción revolucionaria contra el racionalismo de la Ilustración y el Clasicismo. Cuando un movimiento nace, lo primero que hace es contraponerse a otro movimiento, como un niño en su adolescencia se opone a sus padres para crear una identidad propia. En un segundo lugar, cuando el adolescente llega a ser hombre, se siente independiente, y es en ese momento en el que crea una personalidad que es verdaderamente suya – y no una simple contraposición a la de sus padres.
Este que he ilustrado podría ser el caso del posmodernismo: como escribió Spires en 1996, «Since we are in the midst of the postmodern movement, it would be premature to attempt any absolute definition of it»5; por otra parte 1996 es el año en que Navajas asegura que nos hallamos ya «en un momento diferente que se aparta de la configuración posmoderna», utilizando el término neomodernismo para referirse a «la nueva estética»6. La que estamos estudiando podría ser una fase de transición, que proseguirá – si no lo ha hecho ya – con una segunda fase en la que se establecerán nuevos valores. A lo mejor los nuevos cánones ya han comenzado a establecerse, como afirma Navajas; de todas formas, tendremos que esperar a que el futuro nos dé o no nos dé la razón sobre esta hipótesis.
Una segunda respuesta, que justificaría un nombre tan indefinido, es que una de las características principales del posmodernismo es la pérdida de las certidumbres:

In short, the self-reflexiveness of postmodern fiction may be valued as a resource that facilitates or promotes a critical attitude towards any text-based truth-claims and, in particular, towards the overbearing textual authority of fundamentalism7

No hay médium que enseñe la Verdad, no hay Biblia o ideales que no se puedan cuestionar. El posmodernismo parece proceder del desencanto:

Disenchantment permeates not only the arts, mass media, and academia, but also political culture, given the postmodern impulse to delegitimize authority of any kind. Our ruling institutions – liberal-democratic government, legal systems, the Market – must constantly be defended vis-à-vis an increasingly disillusioned public8

Todo en el Posmodernismo parece ser cuestionable, incluso su mismo nombre: «tanto la identidad como la noción de realidad, que tan conectada se encuentra a la anterior, van a ser sistemáticamente cuestionadas al culminarse un proceso de desnaturalización por el cual se descubre que estos conceptos son constructos y no elementos dados ya sea por Dios, la Naturaleza, la Tradición o el Autor»9. Al final, al menos según Paul Maltby, lo que queda es el atractivo del Apocalipsis:

If postmodernism did kill philosophy, language, the author, and God, then, to what end? [...] The only real truth or meaning in sight is the shock value of the apocalypse itself10



1 Robert C. Spires, Post-Totalitarian Spanish Fiction, University of Missouri Press, Missouri, 1996. p. 1
3 Tzvetan Todorov, Sobre el postmodernismo, http://www.educ.ar
4 Federman, Raymond. Aunt Rachel's Fur. Normal, IL: FC2, 2001, p. 245, 246
5 Robert C. Spires, Post-Totalitarian Spanish Fiction, cit., p. 28
6Orejas Francisco G., La metaficción en la novela española contemporanea: entre 1975 y el fin de siglo, Arcos Libros, Madrid, 2003, p. 266
7 Neil Brooks and Josh Toth, The Mourning After: Attending the Wake of Postmodernism, Editions Rodopi B.V., Amsterdam, 2007, p. 28
8 Ibid, p. 44
9 David Ruz Velasco, “La soledad era esto y la postmodernidad - El sujeto escriptivo, el sueño mimético y la antípoda”, http://www.ucm.es/info/especulo/numero11/millas.html
10 Neil Brooks and Josh Toth, The Mourning After: Attending the Wake of Postmodernism, cit., p. 103